El cuerpo humano pierde un promedio de 1,5 g de escamas de la piel todas las noches (más de una libra en un año). Este proceso natural de la piel deja un residuo en su cama que se destinará en parte a alimentar a las bacterias y los ácaros en el interior.
La falta de limpieza a fondo de los colchones y tapicería de los sofás puede provocar a largo plazo, un olor típico y desagradable de moho.